Felicidad, ¿qué es eso?
¿Qué es la felicidad? Puede que sea una de las preguntas sobre la que hay más chorros de tinta gastados intentando contestarla. Libros y libros que te intentan enseñar el camino para encontrarla, como si hubiera fórmulas exactas. Pero al final, parece que cada uno tenemos nuestra propia idea sobre qué es eso de la felicidad y, al mismo tiempo, que nadie termina de saberlo.
Soy la primera que me he pasado la vida intentando acercarme a ese concepto, preguntándome en qué consistiría, cuándo sería feliz o, más aún, si cuando lo fuera me daría cuenta. Y he llegado a muchas conclusiones, no siempre parecidas y también creo que no siempre acertadas.
Hubo un tiempo en el que creí en esa fórmula extendida de que la felicidad es un compendio de cosas, un equilibrio entre los aspectos que se consideran primordiales en la existencia, la salud, el amor, la realización en el trabajo, el dinero… Pero he sido feliz sin tener ese equilibrio, y viceversa.
De hecho, he sido sistemáticamente especialista en no ser feliz aún sabiendo que tenía argumentos de sobra para serlo. Y en esos momentos me preguntaba ¿qué es lo que falla entonces?
He pensado que la felicidad era saber relativizar los problemas y vivir intensamente las alegrías. He pensado que la felicidad era tener personas con las que compartir tu vida. Y también no tener miedo, y vivir el presente dejando a un lado los fantasmas y la nostalgia por el pasado y el miedo y la incertidumbre por el futuro. Querer, que te quieran. Sentirse parte de algo. Cumplir sueños…
Al final, con el tiempo y la experiencia he llegado a una respuesta que parece ajustarse más a la realidad. La felicidad es un estado de ánimo, que no depende tanto de lo que te rodea y lo que tienes, si no de cómo sepas valorarlo. Porque la felicidad no es algo que se consiga y se mantenga intacto, una estatuilla que podamos colocar encima del mueble del salón, sino más bien pequeños premios temporales a nuestro esfuerzo para Vivir con mayúscula. Ser feliz pasa por aprender a valorar las cosas de cada día que nos aportan una sensación positiva. Pasa por aprender a reunir todas esas pequeñas felicidades y acostarnos con una sonrisa. Y levantarnos al día siguiente no creyendo que hemos conquistado la felicidad, si no con ganas de seguir persiguiéndola, de encontrárnosla al doblar alguna esquina. Y no siempre estará en alguna, pero eso no es una tragedia. La felicidad se mueve, muta, aparece y desaparece. La clave es no desesperar, no llamar infelicidad al estado en el que no la encontramos. Si no retaguardia, trinchera, paciencia, esperanza. La felicidad se disfraza de miles de cosas, se esconde en miles de momentos que no podemos prever. La felicidad no es un todo, si no la cuidadosa colección de todos esos pequeños instantes en los que creemos ser felices.
Preciosas palabras y totalmente ciertas. Saben llegar al alma. Gracias.
Muy buenos tus comentarios Elena, completamente de acuerdo contigo. Recuerda que aún «nos debemos» unas conclusiones de nuestra sesión de coaching…; )
Precioso artículo, fantástica reflexión. Enhorabuena por el blog ha sido todo un placer descubrirlo.
Un saludo.
Mil gracias, Zhars. Un honor para mí que lo hayas descubierto y te haya gustado 😉