No te quedes, te vas a morir
Porque lo malo no es morirse. Lo malo es morirse mientras sigues vivo, lo horrible es llegar a ese último instante arrepintiéndote de la vida que has tenido, o de la que querías y no tuviste, porque ni siquiera te atreviste a intentarlo. Eso sí es jodido. Lo bueno, que evitarlo depende de un@.
Tengo una amiga que vio que su relación había acabado el día que se dio cuenta del asco que le daba ver a su pareja mojando las galletas en la leche. En realidad se había acabado mucho antes, antes incluso de comprar aquella casa a medias en la que ahora no le soportaba. Pero no fue hasta ese momento, hasta que miró con repulsión ese gesto tan cotidiano, cuando se decidió a aceptarlo y a salir de allí. Y con todo, ella fue valiente. Porque cuántas personas se quedan, se aguantan la arcada, con tal de no atreverse a intentar ser felices.
Si tuviéramos nueve vidas, pase. Podríamos permitirnos perder alguna de ellas con Juan, Laura o Arcadio. Qué más da, en el fondo les tenemos cariño. Ya viviremos una relación plena en la siguiente. O en la otra. Malas noticias, solo tenemos ésta. Al menos con esta forma y este nombre, con esta consciencia. A saber, si hay otra cosa, qué seremos. Seguro, seguro, ya no estaremos en condiciones de enmendar nuestra situación sentimental.
Y probablemente tampoco podamos resarcirnos de haber perdido nuestra vida en trabajos que nos amargaban la existencia, en los peores casos, o que no nos aportaban nada, en la mayoría. No estaremos a tiempo de descubrir quiénes éramos y qué habíamos venido a hacer al planeta, qué nos palpitaba dentro y qué nos hubiera apasionado hacer. No estaremos a tiempo, en caso de que ya lo hubiéramos descubierto en esta vida, de poder luchar por ello y llevarlo a cabo, de dejar de conformarnos, de dejar de vivir una vida en la que no creemos.
Ni podremos tener todas las conversaciones que dejamos pendientes, por miedo, orgullo o vergüenza. Ni decirle a nadie cuánto bien o cuánto mal nos hizo. No podremos dar las gracias que nunca dimos, ni pedir las disculpas que se nos quedaron en el tintero. No podremos salir ahí fuera a ser nosotros mismos, sin caretas ni espejismos. A saber, si hay otra cosa, qué seremos.
No te quedes donde no quieres estar, no te quedes con quien no quieres estar, te vas a morir. Te vas a morir un día arrepintiéndote de haberte quedado. Te vas a morir mientras vives, que es mucho peor. No te quedes, no te apegues, no temas tanto. Nada es para tanto. Después de cada salto que nos parece que caeremos al abismo, siempre hay tierra firme mucho más cerca de lo que esperábamos. Rasguños, como mucho rasguños. Nunca nada es para tanto. Nada excepto quedarte donde no quieres estar, con quien no quieres estar, siendo quien no quieres ser, quien no eres. Eso sí es para tanto. No te mueras todavía. Salta.
Impresionante Elena!!! Mil gracias por compartir tu sabiduria!! ?
Gracias Elena. Ya lo lei la semana pasada pero no pude comentarte. Me vino muy bien precisamente en este momento. Besos